Sánchez, el seductor
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Hace unas semanas, la portavoz de Junts en el Congreso pronunció un sonoro e impostado «esto se ha acabado». Los de Puigdemont convocaron a la militancia, preguntaron acerca de la ruptura de relaciones con Sánchez y dieron por finiquitado su apoyo. Sánchez pareció no inmutarse, aunque sabía que sus capacidades de negociación iban a verse afectadas. Pasados unos días ha vuelto a la carga. El presidente ha retomado el «cortejo» de Junts, sabedor de que no habrá moción de censura contra él a cambio de nada.
Sus entrevistas en Rac1 y La 2 Catalunya son un primer acercamiento táctico. El segundo, como todo cortejador que se precie, es reconocer que no estuvo a la altura y que ahora está dispuesto a comportarse como es debido. Por último, y lo más importante, Sánchez enmienda sus pecados de omisión con un Real Decreto, y los que hagan falta, en el que cabe todo. Se trata de reconquistar el apoyo de Junts al precio que sea, y de seguir engañando a la ciudadanía con una promesa de presupuestos que no llegan ni llegarán.
Junts, como buen amante despechado, se va a cobrar los retrasos y los incumplimientos porque Sánchez está dispuesto a todo para mantener la relación. El precio va a ser el regreso de Puigdemont. Sánchez lo desea, porque lo necesita. Y si lo necesita hará lo posible y lo imposible para que suceda. Y así, hasta 2027.




