Bajo el brillante sol de Egipto, junto al gran río Nilo, vivía un joven faraón llamado Amón. Aunque todavía era pequeño, su pueblo lo respetaba mucho y todos sabían que, algún día, se convertiría en un gran rey.

Pero había un problema… ¡su pirámide aún no estaba construida!

—Sin una pirámide, nadie recordará mi reinado —pensaba Amón mientras paseaba por el palacio con su gato Bastet, un felino de ojos verdes que siempre lo acompañaba.

Un día, Amón fue a ver la construcción de su pirámide. Desde una colina de arena, observó a los trabajadores tratando de levantar enormes bloques de piedra. ¡Pero eran demasiado pesados!

—¡Es imposible! —dijo uno de los constructores, limpiándose el sudor.

—Nunca podremos subir estas piedras hasta la cima —agregó otro.

Amón frunció el ceño. Él quería ser un faraón sabio, como sus antepasados, y no podía permitir que su pirámide quedara a medias.

Esa noche, mientras descansaba, Bastet saltó a su cama y empezó a jugar con un viejo pergamino. Curioso, Amón lo tomó y vio que tenía dibujos de antiguas construcciones con largas rampas y cuerdas con poleas.

—¡Esto es lo que necesitamos! —exclamó con emoción—. ¡Hemos intentado levantar las piedras con fuerza, pero debemos usar la inteligencia!

A la mañana siguiente, Amón reunió a los constructores.

—Usaremos rampas de arena para subir los bloques —explicó—, y con poleas, podremos moverlos más fácilmente.

Los constructores confiaban en su joven faraón, así que siguieron sus instrucciones. Poco a poco, las piedras comenzaron a subir y la pirámide creció más y más.

Pasaron muchos días de trabajo bajo el sol egipcio, pero al final, la gran pirámide estuvo lista. ¡La última piedra fue colocada en la cima y todo el pueblo celebró con música, danzas y una gran fiesta!

Amón se quedó mirando su pirámide con Bastet en brazos, orgulloso de lo que habían logrado.

—No hace falta ser el más fuerte, sino el más listo —dijo sonriendo.

Desde aquel día, su historia se contó de generación en generación, y su pirámide brilló en el desierto, recordando a todos que el ingenio y la perseverancia son más poderosos que la fuerza.