El tic tac que le puso edad al Cosmos
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En este segundo episodio de "Esta ronda la paga Newton", hemos hecho un viaje al corazón del tiempo. Nos hemos preguntado: ¿cómo sabemos cuántos años tiene el universo? Y lo que parecía una cifra sólida —13.800 millones de años— resultó ser el fruto de un largo pulso entre teoría y observación.
Nos adentramos en un enigma que durante décadas desveló a los astrónomos: el universo parecía más joven que sus propias estrellas. Las primeras mediciones desde el telescopio Hubble indicaban una edad de apenas 8 o 9 mil millones de años. ¿Cómo era posible que algunas estrellas globulares, esas ancianas esféricas que orbitan las galaxias, fueran más viejas que el propio cosmos?
Exploramos cómo se mide ese tiempo profundo: con la constante de Hubble, midiendo la luz que se estira mientras las galaxias huyen; con las cefeidas, las estrellas pulsantes que nos sirven de faro; con el eco fósil del Big Bang, el fondo de microondas. Cada una aportó su voz al coro del tiempo.
Contamos también cómo la cosmología moderna resolvió el dilema, afinando distancias, ajustando velocidades, y aceptando que había una energía extraña —la energía oscura— que aceleraba la expansión del universo. Y con ella, la edad del cosmos creció hasta acomodar a sus estrellas más antiguas.
Entre mitos y realidades, deshicimos ideas equivocadas. Seguro que te intrigará averigüarlas.
Y ahora, al final de esta ronda, sabemos que conocer la edad del universo no es solo contar años, sino leer los pliegues del tiempo, interpretar la luz más antigua, y entender que cada mejora en nuestras herramientas transforma nuestra idea del todo.
Porque medir la edad del universo… es también medir nuestra sed de comprenderlo.