598.Licarayén y Quiltrapiche (Leyenda Mapuche - chile)
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Juan David Betancur Fernandez
elnarradororal@gmail.com
Había una vez una muchacha mapuche en lo que hoy conocemos como chile Esta joven se llamaba Lincarayén y era la hija del jefe toqui~ y se decía en aquel pueblo que era la doncella más hermosa de la tribu. Su rostro era tan bello que muchos decía que era graciosa y delicada como la flor de la Quilineja
Cuando ella paseaba por la tribu los ojos de el Quiltrapiche sonreían ya que el la amaba desde el primer día que la vio.
Sin embargo, Quiltrapiche sabía que la joven no era feliz. Y nadie era feliz en aquel poblado ya que un genio maléfico, llamado Pillán, había repartido sus demonios en el poblado, y toda la paz y bienestar de la tribu había desaparecido de la faz de la tierra.
Este demonio que habitaba y estaba prisionero en el volcán Osorno al que había dado origen después de ser desterrado y lanzado desde lo alto, tuvo envidia de Quitralpi. No pudo resistir tanto amor entre los jóvenes y decidió interrumpir la felicidad de Licarayén y Quitralpi. Pirepillán comenzó entonces a vomitar humo, azufre y fuego, haciendo temblar la tierra.
. ¿Cómo podían dedicarse a sus labores si desde los volcanes ese dios destructor les enviaba fuego para arruinar las cosechas?
¿Para quéarriesgarse a desobedecerle si luego los castigaría,dándoles a beber una pócima que deformaba sus rostros y los hacía gritar con voces más roncas que el más ronco de los truenos?
Desde hace mucho tiempo ninguno del pueblo se atrevia a mirar las cumbres de los volcanes por temor a que eso creara mayores desastres.
Por las noches las cosas eran peor. Ya que de la boca de los
Calbuco y Osorno salina enormes llamaradas que iluminaban el cielo convirtiéndolo en un
infierno. Y todos tomaban esas señales como una advertencia de que algo iba a suceder al otro día.
Por la tarde, la tribu se juntó para celebrar el nguillatún. Todos, hombres, mujeres y niños, pidieron juntos. La naturaleza les acompañó con el canto de los pájaros, el ruido de las cascadas y el viento. De repente, todo se quedó quieto: el viento paró, la tierra flotó, los pájaros se detuvieron en el aire, las aguas se estiraron y el humo de los volcanes desapareció. El silencio fue tan profundo que solo se escuchaban los corazones latiendo rápido, esperando lo que iba a pasar…
De repente, apareció un anciano desconocido en la tribu. Caminó hacia ellos, levantó una mano y todos entendieron que iba a hablar. Su voz era tan suave que parecía venir del espíritu, no de la garganta. —El demonio que los atormenta vive en el fondo del volcán —dijo—. Cuando trabajan, su ira se convierte en fuego que desciende por las laderas y arruina los sembrados. Pero lo pueden vencer...
Las súplicas se elevaron alrededor del extraño. Cuando los hombres guardaron silencio, el viejo continuó:
—Tenéis que lanzar una rama de canelo en la boca del volcán.
Ahora las voces eran de protesta:
—¿Cómo nos acercaremos? ¡Las llamas del demonio nos quemarían! —¡La tierra arde por los costados del volcán! —¡El agua hirviente chorrea!
El anciano esperó a que todos callaran.
Debéis sacrificar a la doncella más hermosa y pura de la tribu. Sacaréis su corazón y lo dejaréis cubierto por
una rama de canelo en la cumbre del cerro Pichi Juan ...
u voz se volvió más suave aún. Todos se acercaron para escuchar:
—... entonces, descenderá un gran pájaro. Tragará su co