Hoy estaremos leyendo Jeremías 1-2, 1 Timoteo 6:11-21 y Proverbios 4:1-10. En Jeremías 1, Dios llama a Jeremías desde su juventud para ser profeta a las naciones. A pesar de sus temores e inseguridades, el Señor le asegura: “No digas: soy demasiado joven… porque yo estoy contigo para protegerte y darte las palabras que has de decir”. En Jeremías 2, el Señor confronta a Israel por haberse apartado de Él, cambiando “su fuente de agua viva” por cisternas rotas que no pueden retener agua. Es un retrato poderoso de cómo el pueblo abandonó al Dios que los sustentaba. Reflexiona: ¿Estás confiando en tus propias fuerzas o en la fuente de agua viva que es Dios? ¿Has permitido que tus miedos limiten el llamado que Él ha puesto sobre tu vida?

En 1 Timoteo 6:11-21, Pablo exhorta a Timoteo a vivir como un “hombre de Dios”, huyendo del amor al dinero y buscando justicia, fe, amor y perseverancia. Le anima a guardar el mandato de Dios sin mancha hasta la venida de Cristo y a usar sus recursos para hacer el bien, ser generoso y poner su esperanza en Dios, no en las riquezas. Reflexiona: ¿Tu vida refleja la búsqueda de justicia y amor más que la de éxito y posesiones? ¿Estás usando lo que Dios te ha dado para bendecir a otros y glorificar su nombre?

En Proverbios 4:1-10, un padre exhorta a su hijo a abrazar la sabiduría por encima de todo. La sabiduría protege, exalta y honra al que la busca con sinceridad. “Adquiere sabiduría; sobre todas las cosas, adquiere inteligencia”, dice el texto. Quien camina en ella vive una vida larga y recta.