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La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.)
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La Biblia en Un Año (con el pastor Julian G.)

Author: Julian Gamba

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Únete al reto de leer juntos la Biblia en un año. Todos los días leeremos entre 1 a 5 capitulo diarios en este plan que esta cuidadosamente diseñado para acercarte a Dios y por sobre todo para escuchar su voz. Creo que Dios habla de una manera especial a través de Su Palabra, guiando a cada uno de nosotros a descubrir nuestro propósito único en Jesús. Al final de la lectura todos los días comparto una reflexión sobre lo que vamos leyendo, espero que sea de bendición para ti. (Version Reina Valera 1909 adaptada a español contemporáneo manteniendo intacto el mensaje original.)
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Hoy estaremos leyendo Ezequiel 37-38, 1 Pedro 1 y Proverbios 19:21-29. En Ezequiel 37 y 38, Dios revela dos visiones poderosas que muestran Su capacidad de restaurar y Su soberanía sobre las naciones. En el capítulo 37, Ezequiel es llevado a un valle lleno de huesos secos, símbolo del pueblo de Israel que había perdido toda esperanza. Dios le pregunta: “¿Podrán revivir estos huesos?” y el profeta responde: “Señor, tú lo sabes.” Entonces, el Señor le ordena profetizar, y al hacerlo, los huesos se unen, reciben carne y, finalmente, aliento de vida. “Pondré mi Espíritu en ustedes, y vivirán.” Este pasaje muestra que cuando el Espíritu de Dios sopla, lo que parecía muerto vuelve a la vida. En la segunda parte del capítulo, Dios promete unir nuevamente a Judá e Israel en un solo reino, bajo un solo Rey: el descendiente de David, una profecía mesiánica que apunta a Cristo.En el capítulo 38, Dios anuncia la futura confrontación con Gog, un enemigo que simboliza las fuerzas que se levantarán contra Su pueblo. Aunque parezca invencible, Dios mismo intervendrá y mostrará Su gloria sobre toda la tierra. Nada ni nadie puede frustrar Sus planes. Reflexiona: ¿Qué áreas de tu vida parecen un valle de huesos secos? ¿Estás dejando que el Espíritu Santo sople vida y esperanza donde ya te habías rendido?En 1 Pedro 1, el apóstol escribe a los creyentes dispersos, recordándoles la grandeza de su salvación. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su gran misericordia nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva.” Pedro anima a permanecer firmes en medio de las pruebas, porque “la fe probada vale más que el oro.” También les recuerda que son extranjeros en esta tierra, llamados a vivir en santidad: “Sean santos, porque yo soy santo.” Más adelante, Pedro resalta que fueron redimidos no con cosas corruptibles, sino “con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha.” Finalmente, los exhorta a amar sinceramente, con un corazón puro, porque “han nacido de nuevo por la Palabra viva y eterna de Dios.” Reflexiona: ¿Estás viviendo con la esperanza de alguien que ha nacido de nuevo? ¿Tu fe se mantiene firme y pura aun cuando las pruebas se intensifican?En Proverbios 19:21–29, la sabiduría enseña sobre los planes humanos y la soberanía de Dios. “Muchos son los planes en el corazón del hombre, pero el propósito del Señor prevalecerá.” Podemos planear, soñar y decidir, pero al final es la voluntad de Dios la que se cumple. También dice: “El temor del Señor conduce a la vida; da un sueño tranquilo y evita el mal.” Vivir con reverencia y confianza en Dios produce paz. Además, advierte que la disciplina es necesaria: “Castiga a tu hijo mientras hay esperanza, pero no te dejes llevar por destruirlo.” Y concluye: “El testigo corrupto recibirá castigo, y el mentiroso perecerá.” La justicia de Dios siempre se manifestará, aunque tarde en llegar.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 35-36, Santiago 5:13-20 y Proverbios 19:11-20. En Ezequiel 35 y 36, Dios continúa revelando Su justicia y Su plan de restauración. En el capítulo 35, se dirige al monte Seir, que representa a Edom, enemigo histórico de Israel. Edom se había alegrado de la desgracia del pueblo de Dios y había intentado aprovecharse de su caída. Pero el Señor declara que su orgullo y violencia serán juzgados: “Por cuanto tuviste odio perpetuo… haré de ti una desolación.” Este capítulo nos recuerda que Dios no pasa por alto la arrogancia ni el deseo de venganza.El capítulo 36, en contraste, está lleno de esperanza. Dios promete restaurar a Su pueblo, no por sus méritos, sino por amor a Su nombre. “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” También promete traerlos de vuelta a su tierra y hacerla florecer de nuevo. Es un retrato del poder de la gracia: donde hubo ruina, Dios traerá vida; donde hubo sequedad, volverá a correr agua. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que Dios cambie tu corazón de piedra por uno sensible a Su voz? ¿Estás creyendo que Él puede restaurar lo que parecía perdido?En Santiago 5:13–20, el apóstol cierra su carta animando a los creyentes a vivir una fe práctica y poderosa. “¿Está alguno entre ustedes afligido? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante alabanzas.” La oración debe ser el primer reflejo del creyente en toda circunstancia. También instruye que si alguien está enfermo, llame a los ancianos de la iglesia para que oren y lo unjan con aceite, porque “la oración de fe sanará al enfermo.” Santiago destaca el poder de una oración sincera y perseverante: “La oración eficaz del justo puede mucho.” Luego pone como ejemplo a Elías, quien oró y el cielo se cerró, y oró otra vez y la lluvia volvió. Termina con un llamado a cuidar unos de otros: “Si alguno se aparta de la verdad y alguien lo hace volver, salvará su alma de la muerte.” Reflexiona: ¿Tu primera reacción ante los desafíos es orar o preocuparte? ¿Estás usando la oración como el primer recurso o solo como el último?En Proverbios 19:11–20, el proverbista resalta el valor de la paciencia, la comprensión y la disciplina. “La cordura del hombre detiene su furor, y su gloria es pasar por alto la ofensa.” El sabio no se deja dominar por el enojo, sino que elige la calma y el perdón. También dice: “El que guarda el mandamiento guarda su alma, pero el que menosprecia sus caminos morirá.” Y añade: “Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez.” La sabiduría no se adquiere de un día para otro; crece en quienes están dispuestos a aprender, corregirse y perseverar.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 33-34, Santiago 5:1-12 y Proverbios 19:1-10. En Ezequiel 33 y 34, Dios le da al profeta un nuevo llamado como atalaya, un vigilante espiritual para advertir al pueblo. En el capítulo 33, el Señor le dice: “Te he puesto por atalaya sobre la casa de Israel; cuando oigas palabra de mi boca, adviérteles de mi parte.” La responsabilidad de Ezequiel era clara: hablar la verdad, aunque el pueblo no quisiera oírla. Si él callaba, sería responsable de su silencio; pero si hablaba y los demás no escuchaban, habría cumplido su deber. Más adelante, el mensaje se vuelve esperanzador: “Tan cierto como que yo vivo, dice el Señor, no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se vuelva de su camino y viva.” En el capítulo 34, Dios condena a los pastores egoístas de Israel que se alimentaban a sí mismos en lugar de cuidar al rebaño. Promete que Él mismo buscará a sus ovejas, las sanará, las hará descansar y levantará sobre ellas a un Pastor perfecto: Su siervo David, una profecía que apunta directamente a Jesús. Reflexiona: ¿Estás siendo un vigilante fiel en tu entorno, hablando la verdad con amor? ¿Estás permitiendo que Jesús, el Buen Pastor, guíe y restaure tu corazón cada día?En Santiago 5:1–12, el apóstol lanza una advertencia a los ricos que oprimen a otros, recordándoles que su riqueza se pudrirá y su injusticia será juzgada. No condena la prosperidad, sino la arrogancia y el abuso del poder. Luego, exhorta a los creyentes a tener paciencia en medio de las pruebas: “Sean pacientes hasta la venida del Señor… el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia las lluvias tempranas y tardías.” Santiago nos anima a mantener la esperanza firme y a no quejarnos unos contra otros, porque el Juez ya está a la puerta. Finalmente, recuerda el ejemplo de Job, cuya perseverancia fue recompensada, y nos exhorta a mantener la integridad en nuestras palabras: “Que su sí sea sí y su no sea no.” Reflexiona: ¿Estás viviendo con paciencia y esperanza mientras esperas la intervención de Dios? ¿Tus palabras reflejan integridad, aun cuando nadie te observa?En Proverbios 19:1–10, el proverbista nos recuerda que la integridad vale más que el éxito sin verdad. “Más vale el pobre que camina en integridad que el necio de labios perversos.” También enseña que la impaciencia y la necedad llevan a decisiones erradas: “La necedad del hombre tuerce su camino, y luego su corazón se irrita contra el Señor.” Este pasaje resalta la importancia de la prudencia, la compasión y la humildad. “El testigo falso no quedará sin castigo, y el que dice mentiras no escapará.” Finalmente, nos recuerda que la sabiduría no se mide por los bienes, sino por el corazón que teme a Dios.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 31-32, Santiago 4 y Proverbios 18:11-24. En Ezequiel 31 y 32, Dios continúa su mensaje contra Egipto, usando imágenes llenas de simbolismo y poder. En el capítulo 31, Egipto es comparado con un majestuoso cedro del Líbano: alto, fuerte y frondoso, con ramas que daban sombra a muchas naciones. Pero Dios advierte que, como Asiria cayó por su orgullo, también Egipto será derribado. “El Altísimo lo entregó en manos del más poderoso de las naciones, y lo dejó por su orgullo.” En el capítulo 32, el Señor compara al faraón con un monstruo del mar que será atrapado y arrojado a tierra, y anuncia un funeral poético por su caída. Todo el esplendor del imperio egipcio se desvanecería ante la soberanía del Dios eterno. El mensaje es contundente: ningún reino, poder o fama puede sostenerse cuando se levanta con orgullo contra el Señor. Reflexiona: ¿Estás edificando tu vida sobre la fortaleza de Dios o sobre la apariencia del éxito? ¿Tu corazón reconoce la mano de Dios aun cuando Él permite que tus seguridades sean removidas?En Santiago 4, el apóstol confronta la raíz de muchos conflictos: la soberbia del corazón humano. “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre ustedes? De las pasiones que combaten en su interior.” Deseamos, codiciamos y competimos, pero olvidamos orar y depender de Dios. Santiago nos recuerda que la amistad con el mundo es enemistad con Dios, y que Él “resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes.” Por eso nos exhorta: “Sométanse a Dios, resistan al diablo, y huirá de ustedes.” También dice: “Acérquense a Dios, y Él se acercará a ustedes.” El pasaje culmina con un llamado a la humildad práctica: dejar de juzgar, reconocer nuestra fragilidad y depender totalmente del Señor. Reflexiona: ¿Tu vida está marcada por la humildad o por la autosuficiencia? ¿Estás buscando el éxito según el mundo o el favor de Dios que viene al corazón rendido?En Proverbios 18:11–24, el Proverbista nos enseña sobre la verdadera seguridad y las relaciones que edifican. “Las riquezas del rico son su ciudad fortificada, y como un muro alto en su imaginación.” El que confía en sus bienes vive engañado por una ilusión. En cambio, “antes de la ruina se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra está la humildad.” El pasaje también enseña sobre el poder de las palabras: “La muerte y la vida están en poder de la lengua.” Lo que decimos puede sanar o destruir, levantar o dividir. Y termina con una joya sobre las relaciones: “El que halla esposa halla algo bueno, y alcanza el favor del Señor… pero hay amigos más unidos que un hermano.” La verdadera riqueza está en las relaciones guiadas por la gracia y la verdad.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 29-30, Santiago 3:13-18 y Proverbios 18:1-10. En Ezequiel 29 y 30, Dios dirige su palabra contra Egipto, una nación que representaba poder, sabiduría y autosuficiencia. En el capítulo 29, el Señor compara al faraón con un gran monstruo que habita en el río Nilo, símbolo del orgullo egipcio. El faraón decía: “El Nilo es mío, yo lo hice.” Pero Dios le responde que lo atrapará con anzuelos y lo arrojará en el desierto. Egipto había sido el refugio en el que Israel había puesto su confianza, pero Dios deja claro que ningún poder humano puede reemplazar Su protección. En el capítulo 30, el juicio se extiende sobre toda la nación y sus aliados. Dios anuncia que el “día del Señor” traerá oscuridad y desolación, no solo para Egipto, sino para todos los que confían en la fuerza del hombre. Sin embargo, en medio de la advertencia, hay una enseñanza profunda: cuando Dios derriba lo que el hombre exalta, no es por crueldad, sino para recordarnos que solo Él es el Señor. Reflexiona: ¿Estás confiando en tus recursos o en el poder de Dios? ¿Qué “Egiptos” hay en tu vida, esos lugares donde buscas seguridad fuera de Su voluntad?En Santiago 3:13–18, el apóstol describe dos tipos de sabiduría: la terrenal y la celestial. “Si tienen celos amargos y rivalidad en el corazón, no se jacten ni nieguen la verdad.” La sabiduría del mundo se basa en la envidia, la ambición y la apariencia, y produce desorden y conflicto. Pero la sabiduría que viene de Dios “es pura, pacífica, amable, compasiva, imparcial y sincera.” Quienes la practican siembran paz y cosechan justicia. La verdadera sabiduría no busca tener razón, sino traer reconciliación. Reflexiona: ¿Tus decisiones están guiadas por la sabiduría de Dios o por la necesidad de demostrar algo? ¿Tus palabras y actitudes están sembrando paz o división?En Proverbios 18:1–10, el proverbista resalta el valor de la prudencia, la humildad y la fortaleza en Dios. “El insensato no se deleita en el entendimiento, sino en exponer su opinión.” Es fácil hablar, pero el sabio primero escucha. “Las palabras de la boca de un necio provocan contiendas, pero la boca del sabio es medicina.” También dice: “El nombre del Señor es torre fuerte; a ella corre el justo y está a salvo.” Este proverbio nos recuerda que nuestra seguridad no está en argumentos, riquezas ni reconocimiento, sino en el carácter firme y protector de Dios.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 27-28, Santiago 3:1-12 y Proverbios 17:21-28. En Ezequiel 27 y 28, el profeta continúa hablando contra Tiro, una ciudad famosa por su comercio, su belleza y su orgullo. En Ezequiel 27, Tiro es comparada con un majestuoso barco lleno de riquezas, tripulado por los mejores marineros y repleto de mercancías preciosas. Pero ese mismo barco termina hundido en el mar, símbolo de cómo la arrogancia y la confianza en las riquezas conducen al desastre. Ninguna gloria humana es eterna cuando se edifica lejos de Dios. En Ezequiel 28, el mensaje se dirige al príncipe de Tiro, que en su orgullo dijo: “Yo soy un dios, estoy sentado en el trono de los dioses.” Dios le responde que, aunque se crea sabio, es solo un hombre y no podrá escapar del juicio. Luego, el pasaje se amplía con una descripción que muchos relacionan con la caída de Lucifer: un ser lleno de esplendor y sabiduría que, por su orgullo, fue expulsado de la presencia de Dios. La lección es clara: el orgullo espiritual es la raíz de toda caída.Reflexiona: ¿Hay áreas en tu vida donde te has acostumbrado a depender más de tus capacidades que de Dios? ¿Estás cuidando tu corazón para que el éxito no te aparte de la humildad?En Santiago 3:1–12, el apóstol habla del poder de las palabras. “La lengua es un fuego, un mundo de maldad.” Aunque pequeña, puede encender grandes conflictos o traer bendición y vida. Con la misma boca, dice Santiago, bendecimos a Dios y maldecimos a las personas hechas a su imagen. No debería ser así. El autor compara la lengua con el timón de un barco o el freno de un caballo: cosas pequeñas que dirigen el curso de algo mucho mayor. Así también, nuestras palabras tienen el poder de dirigir la atmósfera de nuestro hogar, trabajo y relaciones. Por eso nos llama a aprender a dominarla, porque quien controla su lengua controla todo su cuerpo.Reflexiona: ¿Estás usando tus palabras para edificar o para herir? ¿Estás dejando que el Espíritu Santo controle tu lengua o que tus emociones la guíen?En Proverbios 17:21–28, el proverbista nos recuerda que la necedad entristece el corazón y que las palabras sabias son un tesoro. “El padre de un necio no conoce alegría.” También enseña: “El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu abatido seca los huesos.” La actitud del corazón afecta el cuerpo, el alma y las relaciones. Más adelante dice: “El que refrena sus palabras posee sabiduría, y el que tiene espíritu sereno es un hombre entendido.” Saber cuándo hablar y cuándo guardar silencio es una muestra de madurez. La prudencia y la calma son señales de alguien que ha aprendido a confiar en Dios antes de reaccionar.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 25-26, Santiago 2:14-26 y Proverbios 17:11-20. En Ezequiel 25 y 26, Dios anuncia juicio sobre las naciones vecinas que se habían alegrado de la caída de Jerusalén. En Ezequiel 25, el Señor se dirige a Amón, Moab, Edom y Filistea, denunciando su burla y su deseo de venganza contra Israel. Cada una de estas naciones representa un corazón que se goza del mal ajeno. Dios les recuerda que Él sigue siendo soberano sobre todos los pueblos y que Su justicia alcanza incluso a los que se creen intocables. En Ezequiel capítulo 26, el mensaje se enfoca en Tiro, una ciudad próspera y orgullosa que pensó beneficiarse del colapso de Jerusalén. Pero Dios declara: “Yo estoy contra ti, Tiro.” Su riqueza, su comercio y su fama no la salvarán del juicio. Detrás de cada profecía hay un principio espiritual: el orgullo y la insensibilidad ante el dolor de otros son señales de un corazón que ha olvidado quién gobierna. Reflexiona: ¿Has aprendido a alegrarte por la restauración de otros o aún te cuesta verlos bendecidos? ¿Tu confianza está en tus logros o en la soberanía de Dios?En Santiago 2:14–26, el apóstol explica que la fe sin obras está muerta. “¿De qué sirve que alguien diga que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá esa fe salvarlo?” No se trata de ganar salvación por esfuerzo humano, sino de evidenciar la fe genuina a través de acciones concretas. Santiago usa dos ejemplos: Abraham, quien mostró su fe obedeciendo al ofrecer a Isaac, y Rahab, quien la demostró al proteger a los mensajeros. En ambos casos, la fe se tradujo en obediencia práctica. “Así como el cuerpo sin espíritu está muerto, también la fe sin obras está muerta.”Dios no busca palabras vacías, sino una fe viva que actúe con amor, compasión y justicia. La verdadera fe no se queda en el discurso, se refleja en el servicio. Reflexiona: ¿Tu fe se nota en tus acciones diarias? ¿Estás mostrando con tus hechos la confianza que dices tener en Dios?En Proverbios 17:11–20, la sabiduría advierte sobre el peligro de la rebeldía y la falta de dominio propio. “El malvado busca solo la rebelión, y un mensajero cruel será enviado contra él.” También enseña que “el amigo ama en todo tiempo, y un hermano nace para el tiempo de angustia.” La lealtad y el amor constante son tesoros que sostienen en los días difíciles. El pasaje también resalta que el corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu abatido seca los huesos. Finalmente, dice que “el hombre perverso provoca disputas y el chismoso separa a los mejores amigos.” Las palabras imprudentes pueden destruir relaciones que tardaron años en construirse.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 23-24, Santiago 2:1-13 y Proverbios 17:1-10. En Ezequiel 23 y 24, Dios utiliza imágenes muy fuertes para describir la infidelidad espiritual de Su pueblo. En Ezequiel 23, presenta a dos hermanas —Aholá y Aholibá— que representan a Samaria y Jerusalén. Ambas se prostituyeron con las naciones vecinas, confiando en alianzas humanas y adorando sus ídolos en lugar de confiar en el Señor. Dios revela con claridad que la idolatría no es solo adorar estatuas, sino entregar el corazón a cualquier cosa o persona que ocupe el lugar que solo Él merece. En Ezequiel 24, Ezequiel recibe otra parábola: la de una olla hirviendo, símbolo del juicio sobre Jerusalén. Dios le dice que no haga duelo por la muerte de su esposa, usándolo como una señal profética para mostrar cómo el pueblo pronto perdería el templo —el símbolo de su orgullo— y ni siquiera tendría tiempo para llorar. Este pasaje revela el dolor de Dios por un pueblo que lo ha traicionado, pero también Su soberanía para usar cada situación como una oportunidad de redención. Él no quiere sacrificios vacíos, sino corazones sinceros. Reflexiona: ¿Hay algo que esté compitiendo con Dios por tu atención o tu afecto? ¿Estás entregando a Él todo tu corazón, incluso en medio de las pérdidas y el dolor?En Santiago 2:1–13, el apóstol confronta un problema común en la iglesia: la discriminación. “Hermanos míos, que su fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.” Había quienes honraban al rico y despreciaban al pobre, olvidando que ante Dios todos somos iguales. Santiago enseña que mostrar favoritismo es una forma de quebrantar la ley del amor. También recuerda que quien cumple toda la ley, pero falla en un punto, es culpable de todos. Por eso, concluye: “Hablen y actúen como quienes van a ser juzgados por la ley que da libertad. Porque el juicio será sin misericordia para el que no tuvo misericordia; pero la misericordia triunfa sobre el juicio.”La verdadera fe se manifiesta en cómo tratamos a los demás. Cuando el amor de Dios gobierna el corazón, no hay lugar para la parcialidad ni el orgullo. Reflexiona: ¿Tratas a todos con la misma dignidad con la que Cristo te trata a ti? ¿Eres rápido para juzgar o para mostrar misericordia?En Proverbios 17:1–10, la sabiduría resalta el valor de la paz, la prudencia y la integridad. “Más vale un pedazo de pan seco con paz, que casa llena de banquetes con discordia.” La tranquilidad del alma es más valiosa que la abundancia sin armonía. También enseña: “El crisol prueba la plata y el horno el oro, pero el Señor prueba los corazones.” Dios no se fija en las apariencias, sino en las intenciones más profundas. Además, dice que el amigo ama en todo tiempo y que el necio repite los errores. Por último, advierte: “El que pasa por alto la ofensa cultiva el amor, pero el que insiste en recordarla divide a los amigos.” La sabiduría elige perdonar antes que dividir.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 21-22, Santiago 1:19-27 y Proverbios 16:21-33. En Ezequiel 21 y 22, Dios continúa revelando el juicio que viene sobre Jerusalén. En Ezequiel 21, el Señor describe su espada desenvainada, lista para ejecutar justicia. Ya no es una advertencia lejana: “Mi espada está afilada y pulida para realizar la matanza.” Es una imagen poderosa del juicio inminente sobre el pueblo y sus líderes. Dios había sido paciente, pero ellos insistieron en su pecado. En Ezequiel 22, el Señor presenta una lista de los pecados de Jerusalén: derramamiento de sangre, idolatría, corrupción entre los gobernantes, injusticia en los jueces, y profetas que encubrían la verdad. Es una sociedad desbordada de maldad. Sin embargo, hay una frase clave: “Busqué entre ellos un hombre que levantara un muro y se pusiera en la brecha delante de mí... pero no lo hallé.” Dios no se complace en el juicio, Él busca intercesores, personas que se pongan de pie para clamar por restauración. Reflexiona: ¿Estás dispuesto a pararte en la brecha por tu familia, tu ciudad o tu generación? ¿Tu vida refleja la justicia que Dios desea o estás cayendo en la indiferencia espiritual?En Santiago 1:19–27, el apóstol nos enseña cómo debe comportarse la fe práctica. “Todo hombre debe ser pronto para escuchar, lento para hablar y lento para enojarse.” La verdadera espiritualidad no se mide por lo que decimos, sino por cómo vivimos. Santiago compara la Palabra de Dios con un espejo: quien la oye y no la obedece es como quien se mira y olvida su reflejo. Pero el que la pone en práctica será bendecido en todo lo que haga. Además, dice que la religión pura delante de Dios consiste en cuidar a los huérfanos y a las viudas, y guardarse sin mancha del mundo.El evangelio no busca solo transformar la mente, sino el carácter. La fe que escucha pero no actúa se estanca; la fe que obedece crece. Reflexiona: ¿Estás escuchando la Palabra solo con tus oídos o también con tu corazón? ¿Tu fe se está manifestando en servicio, compasión y obediencia?En Proverbios 16:21–33, la sabiduría resalta la importancia de las palabras y del dominio propio. “El sabio de corazón es llamado prudente, y la dulzura de labios aumenta el saber.” Las palabras amables pueden sanar y abrir puertas donde la dureza solo destruye. El proverbio también enseña: “El hombre prudente domina su enojo; el que tarda en airarse es mejor que el fuerte.” La verdadera fortaleza no está en imponer fuerza, sino en controlar el espíritu. Finalmente, nos recuerda que aunque el hombre eche la suerte, “del Señor viene toda decisión.” Dios sigue siendo soberano sobre cada resultado.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 19-20, Santiago 1:1-18 y Proverbios 16:11-20. En Ezequiel 19 y 20, el profeta presenta una lamentación por los líderes de Israel y un repaso profundo de la historia del pueblo. En Ezequiel 19, Dios compara a los reyes de Judá con leones jóvenes que aprendieron a desgarrar la presa, pero fueron atrapados y llevados al exilio. También compara a Israel con una vid arrancada y quemada, símbolo de una nación que perdió su propósito al alejarse de Dios. En Ezequiel 20, el Señor recuerda cómo desde Egipto Su pueblo se rebeló una y otra vez, incluso después de haber visto Su poder. A pesar de todo, Dios los sostuvo, no por sus méritos, sino por el honor de Su nombre. Sin embargo, deja claro que la desobediencia tiene consecuencias, y que el propósito de Su disciplina siempre es restaurar.A lo largo del capítulo, Dios repite una frase clave: “Sabrán que yo soy el Señor.” Todo lo que permite, incluso el dolor, tiene como fin que su pueblo lo reconozca y regrese a Él. Reflexiona: ¿Estás reconociendo la mano de Dios en los procesos difíciles? ¿Estás permitiendo que la corrección divina te acerque a Él o endurezca tu corazón?En Santiago 1:1–18, el apóstol escribe a creyentes dispersos, enfrentando pruebas y tentaciones, y los anima a ver las pruebas como oportunidades para crecer. “Tengan por sumo gozo cuando se hallen en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce paciencia.” Santiago enseña que la madurez espiritual nace de la perseverancia. También advierte que nadie debe decir: “Dios me tienta”, porque Él no tienta a nadie al mal; la tentación nace de los propios deseos desordenados. Finalmente, nos recuerda que toda buena dádiva y todo don perfecto provienen del Padre de las luces, quien no cambia ni se mueve como sombra.La fe verdadera no solo soporta las pruebas, sino que las transforma en crecimiento. Dios no nos prueba para destruirnos, sino para fortalecernos y purificarnos. Reflexiona: ¿Estás viendo tus pruebas como oportunidades para madurar? ¿Tu confianza en Dios permanece firme aun cuando las circunstancias no cambian?En Proverbios 16:11–20, la sabiduría enseña que Dios es el estándar de toda justicia. “El Señor exige balanzas exactas; Él fija el peso justo.” La integridad en los negocios y en las decisiones honra a Dios. El orgullo sigue siendo una advertencia constante: “El orgullo precede al desastre, y la altivez de espíritu, a la caída.” El sabio, en cambio, camina con humildad y prudencia. El pasaje también dice: “El que atiende a la palabra prospera, y dichoso el que confía en el Señor.” La bendición de Dios se derrama sobre los que escuchan Su voz y se mantienen íntegros, aun cuando nadie los ve.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 17-18, Hebreos 13:10-24 y Proverbios 16:1-10. En Ezequiel 17 y 18, Dios usa parábolas para explicar el destino de su pueblo y la justicia de su trato con ellos. En Ezequiel 17, presenta la historia de dos águilas y una vid: una representa a Babilonia, la otra a Egipto, y la vid simboliza a Judá, que había hecho pacto con Nabucodonosor pero rompió su compromiso buscando ayuda de Egipto. Dios le recuerda al pueblo que su ruina no vino por casualidad, sino por quebrantar los pactos y confiar en el poder humano en lugar de en Él. Sin embargo, la parábola termina con una promesa de esperanza: “Yo mismo tomaré una rama del alto cedro y la plantaré... y pondré sobre ella a un retoño que llegará a ser un magnífico cedro.” Esta es una profecía mesiánica, un anuncio del reinado de Cristo, el descendiente de David que traerá vida y justicia.En el capítulo 18, el mensaje se vuelve aún más personal. Dios derriba la idea de que los hijos deben pagar por los pecados de sus padres. Declara: “El alma que peque, esa morirá.” Cada uno es responsable de sus decisiones. Pero también abre la puerta a la gracia: “Si el malvado se aparta de su maldad y practica la justicia, ciertamente vivirá.” Dios no desea la muerte del impío, sino que se vuelva y viva. Reflexiona: ¿Estás asumiendo responsabilidad por tus decisiones espirituales o culpando a otros por tu condición? ¿Estás dispuesto a volverte completamente a Dios para vivir bajo Su gracia?En Hebreos 13:10–24, el autor cierra su carta con un llamado a permanecer firmes en la fe. Recuerda que tenemos un altar espiritual, distinto del antiguo sistema de sacrificios, porque Jesús sufrió fuera de la puerta para santificarnos con su sangre. Por eso dice: “Salgamos, pues, a él fuera del campamento, llevando su oprobio.” Seguir a Cristo implica salir de la comodidad, cargar con la cruz y vivir con una esperanza que trasciende lo terrenal. También exhorta: “Ofrezcamos siempre a Dios, por medio de Jesús, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre.” Termina con una oración pastoral: “Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, os haga aptos en toda obra buena para hacer su voluntad.” La fe no se limita al altar del templo, sino que se vive cada día en obediencia y adoración. Reflexiona: ¿Estás dispuesto a salir de tu “zona segura” para seguir a Cristo con fidelidad? ¿Tu adoración se refleja solo en tus palabras o también en tus acciones diarias?En Proverbios 16:1–10, la sabiduría enseña que el corazón del hombre puede planear su camino, pero el Señor es quien dirige sus pasos. “Encomienda al Señor tus obras, y tus planes se cumplirán.” La soberanía de Dios no anula nuestra responsabilidad, la completa. Él pesa las intenciones, purifica los motivos y endereza los caminos de quienes lo honran. También dice: “El orgullo precede a la destrucción, y el espíritu altivo, a la caída.” Finalmente, el proverbio nos recuerda que “los labios del rey hablan con justicia cuando Dios guía su corazón.” La verdadera dirección y autoridad vienen de caminar en dependencia de Dios.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 15-16, Hebreos 13:1-9 y Proverbios 15:21-33. En Ezequiel 15 y 16, Dios utiliza imágenes fuertes para describir la condición espiritual de Jerusalén. En el capítulo 15, compara a Israel con una vid improductiva. Una vid sin fruto no sirve ni siquiera para madera; su único propósito es dar uvas. Así también, el pueblo había sido elegido para dar fruto de justicia y adoración, pero al apartarse de Dios, se volvió inútil para su propósito. Luego, en el capítulo 16, el Señor usa una metáfora más profunda y conmovedora: la de una niña abandonada que Él recoge, cuida y convierte en una esposa hermosa. Pero esa esposa, en lugar de serle fiel, se prostituye con otros pueblos e ídolos. Es una imagen de traición espiritual. Aun así, en medio de la infidelidad, Dios promete recordar su pacto y mostrar misericordia: “Yo estableceré mi pacto contigo, y sabrás que yo soy el Señor.” Este pasaje nos recuerda que la gracia de Dios no depende de nuestra perfección, sino de su fidelidad. Pero también nos llama a responder a esa gracia con amor y fidelidad genuina. Reflexiona: ¿Estás dando fruto con tu vida o te has conformado con solo tener apariencia espiritual? ¿Estás respondiendo al amor de Dios con fidelidad o con indiferencia?En Hebreos 13:1–9, el autor concluye la carta con consejos prácticos para vivir la fe. “Permanezca el amor fraternal. No se olviden de practicar la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.” También exhorta a recordar a los presos, a honrar el matrimonio y a mantenerse libres del amor al dinero. Luego, da una promesa poderosa: “Sean contentos con lo que tienen, porque Dios ha dicho: Nunca te dejaré ni te abandonaré.” Finalmente, anima a los creyentes a imitar la fe de sus líderes y a no dejarse llevar por enseñanzas extrañas, recordando que “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.” La madurez espiritual se refleja en el amor, la generosidad, la pureza y la confianza. La fe no solo se declara, se practica cada día en las decisiones cotidianas. Reflexiona: ¿Tu fe se refleja en amor, servicio y contentamiento? ¿Estás viviendo con la confianza de que Cristo sigue siendo el mismo en medio de cada cambio?En Proverbios 15:21–33, la sabiduría contrasta al necio que se alegra de su insensatez con el prudente que busca consejo. “El que escucha la corrección adquiere entendimiento.” También enseña que “el temor del Señor instruye en sabiduría, y antes de la honra está la humildad.” La verdadera sabiduría comienza con reconocer que Dios tiene la última palabra. Quien teme al Señor aprende a hablar con suavidad, a recibir consejo con humildad y a vivir con discernimiento. La necedad, en cambio, lleva al fracaso y al desprecio por la verdad.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 13-14, Hebreos 12:14-29 y Proverbios 15:11-20. En Ezequiel 13 y 14, Dios denuncia a los falsos profetas y a los ídolos del corazón. En el capítulo 13, el Señor confronta a aquellos que decían hablar en Su nombre sin haber recibido palabra alguna. “Ay de los profetas necios que siguen su propio espíritu y no han visto nada.” Ellos daban mensajes de paz cuando no había paz y levantaban muros débiles cubiertos con yeso, aparentando seguridad donde había ruina. Dios promete derribar esos muros y exponer la falsedad. En el capítulo 14, el mensaje se vuelve más personal. Algunos líderes se acercan a consultar al profeta, pero Dios le dice: “Estos hombres han levantado ídolos en su corazón.” No eran ídolos de piedra, sino de deseo, de orgullo y de autosuficiencia. El Señor les recuerda que no responderá a quienes buscan Su consejo sin estar dispuestos a obedecerlo.Este pasaje nos enseña que el engaño más peligroso no siempre viene de afuera, sino de dentro del corazón. Cuando nuestras motivaciones no están rendidas a Dios, incluso nuestras oraciones pueden estar contaminadas por el yo.Reflexiona: ¿Hay “muros de yeso” en tu vida, apariencias que ocultan desobediencia? ¿Qué ídolos del corazón necesitas derribar para volver a escuchar claramente la voz de Dios?En Hebreos 12:14–29, el autor nos llama a vivir con santidad y reverencia. “Busquen la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” La fe no solo se expresa en creencias, sino en una vida transformada. Luego, advierte sobre el peligro de rechazar la voz de Dios, recordando el ejemplo de Esaú, quien por un plato de comida perdió su bendición. Nos invita a no despreciar lo eterno por lo momentáneo.Después, el texto describe la diferencia entre el monte Sinaí —símbolo del temor y del juicio— y el monte Sión, que representa el nuevo pacto en Cristo. Hemos sido llamados a una relación cercana con Dios, no basada en miedo, sino en gratitud. Sin embargo, termina con una advertencia solemne: “Nuestro Dios es fuego consumidor.” Su santidad no se negocia, y Su voz aún sacude lo que puede ser removido para afirmar lo eterno.Reflexiona: ¿Estás viviendo en santidad y paz, o has permitido que pequeñas distracciones te alejen de Dios? ¿Estás valorando lo eterno más que lo temporal?En Proverbios 15:11–20, la sabiduría nos recuerda que nada escapa al conocimiento de Dios: “El Señor conoce hasta lo más profundo del corazón humano.” No hay pensamiento ni emoción que Él no entienda. El pasaje también dice: “El corazón alegre alegra el rostro, pero la tristeza del corazón abate el espíritu.” La actitud interior se refleja en el exterior. Además, enseña que “el hijo sabio alegra al padre, pero el necio desprecia a su madre.” Y concluye con una advertencia: “El camino del perezoso es como un cerco de espinos, pero la senda de los justos es una calzada despejada.” La pereza, la ira y la necedad complican la vida; la diligencia y la prudencia la allanan.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 11-12, Hebreos 12:1-13 y Proverbios 15:1-10. En Ezequiel 11 y 12, Dios continúa revelando el estado espiritual del pueblo y, al mismo tiempo, su promesa de restauración. En el capítulo 11, el profeta ve a los líderes de Jerusalén conspirando con arrogancia y diciendo: “Esta ciudad es la olla, y nosotros la carne”, creyendo que estaban seguros dentro de sus muros. Pero Dios les muestra que la seguridad sin obediencia es una ilusión. Sin embargo, en medio del juicio, aparece un mensaje de esperanza: “Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ellos; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.” Aun cuando la gloria de Dios se aparta del templo, Su plan sigue siendo redentor. Él no destruye por odio, sino para sanar.En el capítulo 12, Dios le pide a Ezequiel que actúe un mensaje profético: empacar sus pertenencias y salir de su casa en medio del día como quien va al exilio. Era una representación visual del futuro destierro del pueblo. Pero lo más llamativo es que Dios dice: “La visión que ustedes ven no tardará más, se cumplirá pronto.” El tiempo de advertencias había terminado; lo que antes parecía lejano, ahora era inminente. Reflexiona: ¿Estás permitiendo que Dios reemplace tu corazón de piedra por uno sensible a Su voz? ¿Has estado posponiendo obedecer lo que Él ya te pidió hacer?En Hebreos 12:1–13, el autor nos invita a correr con perseverancia la carrera de la fe. “Despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe.” Jesús soportó la cruz por el gozo que le esperaba, y esa misma visión es la que debe sostenernos. Luego, el texto habla de la disciplina del Señor, recordando que no es castigo, sino una señal de amor paternal. “El Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo.” La corrección no es rechazo, es formación; no es ira, es cuidado.La fe madura entiende que Dios no siempre quita los obstáculos, pero sí fortalece los corazones para superarlos. Reflexiona: ¿Estás viendo la disciplina de Dios como un castigo o como una muestra de Su amor? ¿Estás corriendo con los ojos puestos en Jesús o distraído por el peso del camino?En Proverbios 15:1–10, la sabiduría práctica enseña cómo nuestras palabras y actitudes pueden construir o destruir. “La respuesta amable calma el enojo, pero la palabra áspera aumenta la ira.” La sabiduría se refleja no solo en lo que decimos, sino en cómo lo decimos. También dice: “Los ojos del Señor están en todo lugar, vigilando a los malos y a los buenos.” Nada se escapa de Su mirada. El corazón sabio busca agradar a Dios, mientras que el necio menosprecia la corrección. “La casa del justo contiene gran tesoro, pero las ganancias del impío le acarrean ruina.” La vida recta siempre deja fruto, y la humildad para recibir consejo abre puertas de bendición.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 9-10, Hebreos 11:32-40 y Proverbios 14:31-35. En Ezequiel 9 y 10, el profeta contempla una visión impactante del juicio de Dios sobre Jerusalén. En el capítulo 9, ve a seis hombres con armas, y junto a ellos, uno vestido de lino con un tintero en la cintura. Dios le ordena a este último que marque en la frente a los que gimen y se lamentan por los pecados de la ciudad, mientras los demás ejecutan juicio sobre quienes se han apartado de Él. Es un cuadro fuerte, pero muestra una verdad profunda: aun en medio del castigo, Dios distingue a los que le son fieles. Él ve el corazón contrito, el que llora por el pecado en lugar de justificarlo.En el capítulo 10, Ezequiel vuelve a ver la gloria de Dios llenando el templo, pero también observa algo estremecedor: la gloria comienza a moverse, a retirarse poco a poco del santuario. Es una imagen del momento en que la presencia divina abandona el lugar donde ya no se le honra. El fuego del juicio se extiende, pero también la santidad de Dios se manifiesta con fuerza. La visión nos recuerda que la gloria de Dios no puede habitar donde se tolera el pecado. Reflexiona: ¿Estás cuidando tu corazón para que la presencia de Dios permanezca en tu vida? ¿Eres de los que se lamentan por el pecado o de los que se han acostumbrado a él?En Hebreos 11:32–40, el autor concluye el gran capítulo de la fe mencionando a más héroes: Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Por la fe conquistaron reinos, cerraron bocas de leones, apagaron fuegos, escaparon de espadas y obtuvieron victorias imposibles. Pero también, por la fe, muchos sufrieron persecución, fueron encarcelados, apedreados y hasta asesinados. “El mundo no era digno de ellos”, dice el texto. Estos hombres y mujeres no recibieron todavía lo prometido, porque Dios tenía preparado algo mejor para todos nosotros.La fe no siempre nos libra del dolor, pero siempre nos sostiene en medio de él. Algunos vieron milagros, otros enfrentaron sufrimiento, pero todos compartieron la misma certeza: Dios es fiel y su recompensa es eterna. La verdadera fe no se mide por los resultados, sino por la perseverancia en el camino. Reflexiona: ¿Tu fe se mantiene firme aun cuando no ves lo que esperas? ¿Estás dispuesto a seguir confiando en Dios aunque el proceso sea difícil?En Proverbios 14:31–35, la sabiduría resalta el valor de la justicia y la humildad. “El que oprime al pobre ofende a su Creador, pero el que se compadece del necesitado lo honra.” Dios se identifica con los débiles y mira con agrado a quienes practican misericordia. También dice: “La justicia engrandece a una nación, pero el pecado es afrenta para los pueblos.” La verdadera grandeza no proviene de la fuerza o la riqueza, sino de la justicia que refleja el carácter de Dios. Donde hay rectitud, hay honra; donde hay corrupción, hay vergüenza.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 7-8, Hebreos 11:14-31 y Proverbios 14:21-30. En Ezequiel 7 y 8, Dios revela al profeta que el fin ha llegado para Israel. En el capítulo 7, el mensaje es claro y repetitivo: “El fin viene, el fin viene sobre los cuatro extremos de la tierra.” Ya no se trata de una advertencia lejana, sino de una realidad inminente. El pueblo había llenado la tierra de violencia, codicia e idolatría, y el juicio era inevitable. Pero más adelante, en el capítulo 8, Dios lleva a Ezequiel en una visión al templo de Jerusalén, y lo hace ver lo que ocurría en secreto: imágenes talladas de ídolos en las paredes, mujeres llorando a dioses falsos y sacerdotes adorando al sol. Todo esto, dentro del mismo lugar que debía ser consagrado a Su nombre.El pecado más grave no era lo que ocurría fuera del templo, sino dentro de él. Dios le muestra a Ezequiel que cuando el corazón se contamina con la idolatría, la adoración pierde su pureza y la presencia del Señor se aparta. Pero aun en medio del juicio, este mensaje no solo denuncia, sino que invita a examinar el corazón y a restaurar la verdadera adoración. Reflexiona: ¿Hay “ídolos escondidos” en tu vida que están ocupando el lugar de Dios? ¿Tu adoración nace de un corazón puro o está mezclada con distracciones y orgullo?En Hebreos 11:14–31 continúa la historia de los héroes de la fe. Ellos confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra, esperando una patria celestial. Abraham ofreció a Isaac creyendo que Dios podía resucitarlo; Isaac bendijo a Jacob y a Esaú pensando en lo que vendría; Jacob bendijo a los hijos de José apoyado en su bastón; José habló de la salida de Egipto antes de morir; Moisés renunció a los placeres de Egipto para sufrir con el pueblo de Dios, porque consideró que la recompensa celestial valía más que las riquezas terrenales. Por la fe, el pueblo cruzó el mar Rojo, y por la fe cayeron los muros de Jericó. Incluso Rahab, la prostituta, fue salva por creer en el Dios de Israel.Cada una de estas historias muestra que la fe no es pasiva, sino obediente. La fe verdadera no se basa en resultados inmediatos, sino en la confianza de que Dios siempre cumple lo que promete, aunque el proceso duela o desafíe la lógica. Reflexiona: ¿Estás viviendo con la mirada puesta en lo eterno o en lo temporal? ¿Estás dispuesto a obedecer, incluso cuando no ves el resultado inmediato?En Proverbios 14:21–30, la sabiduría nos enseña el poder del amor, la generosidad y la paz interior. “El que desprecia a su prójimo peca, pero bienaventurado el que se apiada de los pobres.” Dios mira con favor al que muestra misericordia. También dice: “El que planea el mal se extravía, pero el que planea el bien hallará amor y fidelidad.” Las decisiones guiadas por un corazón justo producen armonía y bendición. Finalmente, el proverbio declara: “El corazón apacible da vida al cuerpo, pero la envidia corroe los huesos.” La paz interior no solo bendice el alma, también da salud al cuerpo y claridad a la mente.
DIA 306 - La Fe

DIA 306 - La Fe

2025-11-0715:11

Hoy estaremos leyendo Ezequiel 5-6, Hebreos 11:1-13 y Proverbios 14:11-20. En Ezequiel 5, Dios le muestra al profeta el juicio que vendrá sobre Jerusalén a causa de su idolatría y rebelión. Le ordena tomar una espada, raparse la cabeza y dividir el cabello en tres partes: una la quemará, otra la golpeará con la espada y otra la esparcirá al viento. Cada porción representa una parte del pueblo que será destruida o dispersada. Es una imagen impactante del dolor que produce alejarse de Dios. El Señor le dice: “He puesto a Jerusalén en medio de las naciones... pero se ha rebelado contra mis decretos más que las naciones que la rodean.” En Ezequiel 6, Dios anuncia juicio sobre los montes y los ídolos de Israel. Todos los altares paganos serán destruidos, pero también promete que un pequeño remanente se librará y reconocerá que Él es el Señor.Incluso en medio de la disciplina, Dios deja una puerta abierta a la restauración. Su propósito nunca es destruir, sino corregir y traer de vuelta el corazón de su pueblo. Reflexiona: ¿Qué áreas de tu vida Dios está tratando de corregir para acercarte más a Él? ¿Estás escuchando Su voz antes de que las consecuencias hablen más fuerte?En Hebreos 11:1–13 encontramos una de las descripciones más hermosas de la fe. “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Este capítulo recorre la historia de hombres y mujeres que creyeron a Dios aun sin ver el cumplimiento inmediato de sus promesas. Por la fe, Abel ofreció un sacrificio mejor que el de Caín; Enoc caminó con Dios y fue llevado sin ver la muerte; Noé construyó el arca sin haber visto la lluvia; Abraham obedeció, salió sin saber adónde iba, y esperó una ciudad cuyo arquitecto es Dios. Todos ellos murieron creyendo, sin recibir lo prometido, pero mirando de lejos lo que Dios haría.La fe verdadera no depende de las circunstancias visibles, sino de la fidelidad de Aquel que promete. Es una confianza constante en que Dios cumplirá, aunque el cumplimiento tome tiempo. Reflexiona: ¿Estás creyendo en lo que Dios dijo, aunque aún no lo veas? ¿Tu fe depende de los resultados o de la relación que tienes con Él?En Proverbios 14:11–20, la sabiduría contrasta los destinos del justo y del malvado. “La casa de los malvados será destruida, pero la tienda de los justos florecerá.” Lo que parece sólido puede desmoronarse si no tiene fundamento en la verdad, y lo que parece pequeño puede prosperar si está bajo la bendición de Dios. El pasaje también advierte: “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte.” No todo lo que parece bueno lo es; la verdadera sabiduría busca la dirección del Señor antes de actuar. Además, nos enseña que el corazón tranquilo sabe reír, pero el amargado encuentra dolor en todo. La actitud del corazón determina cómo vivimos y cómo influimos en los demás.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 3-4, Hebreos 10:26-39 y Proverbios 14:1-10. En Ezequiel 3, Dios continúa preparando al profeta para una tarea difícil: hablarle a un pueblo rebelde. Le ordena comer el rollo que contiene Su mensaje, y al hacerlo, Ezequiel dice: “Era dulce como la miel en mi boca.” La Palabra de Dios, aunque a veces sea dura, siempre es dulce para quien la recibe con un corazón obediente. Luego, Dios lo envía a advertir a Israel y le dice que será como un atalaya, un vigilante que debe alertar al pueblo cuando venga el peligro. Si Ezequiel calla, será responsable de su silencio; pero si habla y el pueblo no escucha, él habrá cumplido su deber. En Ezequiel 4, Dios le pide representar proféticamente el juicio que viene sobre Jerusalén: acostarse sobre un costado durante varios días, comer raciones escasas y usar una maqueta de la ciudad bajo sitio. Todo esto era una señal viva del hambre, la escasez y el sufrimiento que vendrían por la desobediencia del pueblo.Reflexiona: ¿Estás cumpliendo fielmente con lo que Dios te ha pedido, aunque otros no quieran escuchar? ¿Estás permitiendo que Su palabra transforme tu vida, aunque a veces confronte tus propias áreas de resistencia?En Hebreos 10:26–39, el autor advierte sobre el peligro de despreciar la gracia de Dios. Dice que si alguien peca deliberadamente después de haber conocido la verdad, ya no queda sacrificio por los pecados, sino una expectativa de juicio. No se trata de una caída ocasional, sino de una actitud persistente de desprecio hacia el evangelio. Al mismo tiempo, el pasaje anima a los creyentes a perseverar: “No pierdan la confianza, porque ésta será grandemente recompensada.” Recordar los tiempos difíciles en que siguieron firmes les serviría para no rendirse ahora. El autor declara una frase poderosa: “El justo vivirá por la fe, y si se vuelve atrás, no agradará a mi alma.” Pero termina con esperanza: “Nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.”Reflexiona: ¿Estás permaneciendo firme en la fe, aun cuando el cansancio o el miedo te inviten a retroceder? ¿Estás viviendo con la confianza de quien ha decidido no mirar atrás?En Proverbios 14:1–10, la sabiduría contrasta el resultado de dos actitudes opuestas. “La mujer sabia edifica su casa, pero la necia con sus manos la destruye.” La sabiduría construye, la necedad derriba. Cada decisión, cada palabra, cada reacción está edificando o desgastando lo que Dios te confió. El pasaje también habla del valor de la integridad: “En la tienda de los justos hay abundancia, pero en las ganancias del malvado hay turbación.” Y concluye diciendo que “el corazón conoce su propia amargura, y un extraño no comparte su alegría.” Es un recordatorio de que solo Dios entiende completamente nuestro interior, y que la verdadera paz viene de caminar en rectitud.
Hoy estaremos leyendo Ezequiel 1-2, Hebreos 10:11-25 y Proverbios 13:21-25. En Ezequiel 1 y 2, comienza una de las visiones más impresionantes de toda la Escritura. Ezequiel, exiliado en Babilonia, ve los cielos abiertos y contempla la gloria de Dios manifestada en una forma indescriptible: seres vivientes con rostros múltiples, ruedas que giran en todas direcciones y un trono resplandeciente sobre el que se sienta alguien con la apariencia de fuego y resplandor. Es una imagen de majestad y poder, una revelación de que la presencia de Dios no está limitada por muros, templos o territorios. Aunque Jerusalén ha caído, el Señor sigue reinando. En el capítulo 2, Dios llama a Ezequiel a ser profeta para un pueblo rebelde y obstinado. Le entrega un rollo con palabras de lamento y juicio, pero también le dice: “No temas, aunque estés entre espinos y escorpiones.” Dios no solo le muestra su gloria, sino que le da una misión: hablar Su palabra, aunque nadie quiera escucharla. Reflexiona: ¿Estás dispuesto a obedecer la voz de Dios aun cuando sea difícil? ¿Crees que Su presencia sigue siendo real y poderosa incluso en los lugares donde pensabas que Él no estaba?En Hebreos 10:11–25, el autor continúa mostrando la perfección del sacrificio de Cristo. Los sacerdotes del antiguo pacto ofrecían sacrificios repetidos que nunca podían quitar el pecado, pero Jesús, habiendo ofrecido un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios. Su obra está completa. “Porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los que están siendo santificados.” Gracias a esa obra, tenemos acceso libre al Lugar Santísimo, al mismo corazón de Dios. Por eso el texto nos exhorta: “Acerquémonos con corazón sincero y plena certidumbre de fe.” Ya no hay barreras, ni cortinas, ni miedo. Ahora hay confianza, comunión y esperanza viva.El pasaje termina animándonos a mantenernos firmes, a no abandonar nuestra fe ni nuestra comunidad: “No dejemos de congregarnos, como algunos acostumbran, sino animémonos unos a otros.” La salvación no es solo un evento individual, es una vida compartida entre creyentes que se impulsan mutuamente a perseverar. Reflexiona: ¿Estás viviendo con la confianza de quien ya ha sido reconciliado con Dios? ¿Estás permaneciendo firme en tu fe y animando a otros a hacer lo mismo?En Proverbios 13:21–25, la sabiduría recuerda que el mal persigue a los pecadores, pero la bendición recompensa a los justos. “El hombre bueno deja herencia a los hijos de sus hijos.” La justicia siempre deja huellas, no solo en la propia vida, sino en las generaciones futuras. En cambio, el necio desperdicia lo que recibe. El proverbio también resalta la importancia de la disciplina: “El que no corrige a su hijo lo aborrece, pero el que lo ama se esmera en disciplinarlo.” La corrección no es castigo, sino una expresión de amor que forma carácter y protege del error.
Hoy estaremos leyendo Lamentaciones 3-5, Hebreos 10:1-10 y Proverbios 13:11-20. En Lamentaciones 3 al 5, Jeremías abre su corazón en medio del dolor. Después de describir la ruina y el sufrimiento de su pueblo, se levanta una de las declaraciones más poderosas de esperanza en toda la Biblia: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!” (3:22-23). A pesar de la oscuridad, el profeta reconoce que Dios sigue siendo fiel. En los capítulos siguientes, Jeremías describe la devastación de Jerusalén, el hambre, la injusticia y la pérdida, pero también afirma que Dios ve, escucha y no se ha olvidado. Lamentaciones termina con una oración: “Haz que volvamos a ti, Señor, y volveremos; renueva nuestros días como los de antes.” (5:21).Aun en medio de la disciplina, la misericordia de Dios sigue siendo la última palabra. La esperanza no nace cuando todo está bien, sino cuando, en medio del dolor, recordamos quién es Él.Reflexiona: ¿Estás permitiendo que el dolor te aleje o te acerque más a Dios? ¿Estás recordando que Su fidelidad permanece incluso cuando tus circunstancias cambian?En Hebreos 10:1–10, el autor muestra que los sacrificios del antiguo pacto eran solo una sombra de lo que Cristo haría. Los sacrificios repetidos nunca podían limpiar la conciencia del adorador; solo cubrían el pecado temporalmente. Pero cuando Cristo vino, dijo: “Aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad.” Con una sola ofrenda, ofreció su cuerpo y nos santificó para siempre. Su obediencia reemplazó los sacrificios antiguos, y su entrega voluntaria abrió el camino hacia la comunión total con Dios.El evangelio no es un esfuerzo humano por alcanzar a Dios, sino la respuesta divina para alcanzarnos a nosotros. Jesús no vino solo a perdonarnos, sino a transformar nuestra relación con el Padre. Su sacrificio fue perfecto, completo y suficiente. Reflexiona: ¿Estás viviendo en la libertad de lo que Cristo ya hizo, o sigues cargando culpas que Él ya llevó en la cruz? ¿Tu adoración fluye desde la gratitud o desde el intento de ganarte Su favor?En Proverbios 13:11–20, la sabiduría enseña que la prosperidad duradera se construye con paciencia y rectitud. “La riqueza lograda de prisa disminuirá, pero quien la recoge poco a poco la aumenta.” La fidelidad en lo pequeño prepara para bendiciones mayores. También nos recuerda que la esperanza diferida entristece el corazón, pero cuando el deseo se cumple es árbol de vida. El justo escucha el consejo, mientras que el necio camina hacia el daño. “El que anda con sabios se vuelve sabio, pero el que se junta con necios saldrá mal parado.” La compañía que elegimos define nuestro destino.
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