Hoy estaremos leyendo Jeremías 3-4, 2 Timoteo 1 y Proverbios 4:11-20. En Jeremías 3, Dios llama a su pueblo a regresar después de haber sido infiel. Les recuerda que, aunque se apartaron, Él sigue siendo su esposo fiel, dispuesto a perdonar y restaurar. En Jeremías 4, el profeta advierte sobre el juicio que vendrá si el pueblo no se arrepiente. Sin embargo, en medio de su dolor, Dios sigue extendiendo una invitación a volver de todo corazón: “Límpiense del pecado en su corazón… para que mi ira no se encienda como fuego” (Jeremías 4:4). Reflexiona: ¿Has escuchado el llamado de Dios a volver a Él con sinceridad? ¿Estás dejando que Su amor restaure lo que el pecado dañó en tu vida?

En 2 Timoteo 1, Pablo anima a Timoteo a mantener viva la fe y el don que Dios le dio. Le recuerda que su fe es genuina, como la de su madre y su abuela, y le exhorta a no tener miedo, sino a actuar con el poder y la disciplina del Espíritu Santo. También le desafía a no avergonzarse del evangelio, sino a sufrir con valor por Cristo. Reflexiona: ¿Estás dejando que el temor limite el llamado de Dios en tu vida? ¿Estás avivando el don y la pasión espiritual que Él ha puesto en ti?

En Proverbios 4:11-20, el padre enseña a su hijo el valor de la sabiduría, que guía y protege en todo momento. Advierte contra el camino de los malvados y lo invita a mantener sus ojos fijos en el bien. “La senda de los justos es como la luz del amanecer, que brilla cada vez más hasta que el día alcanza su esplendor completo” (v. 18).