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Juan 1_35_51 ¿Qué buscáis?

Juan 1_35_51 ¿Qué buscáis?

Update: 2018-01-28
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Juan 2018 (3)
Palabra/ Juan 1:35-51
V.C./ Juan 1:38

¿Qué buscáis?

“Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras?”

En esta palabra Jesús les pregunta a los que le siguen, diciendo: “¿Qué buscáis?” Y a nosotros también nos pregunta Jesús: “¿Qué buscan?” A través de esta palabra vamos a meditar qué hemos buscado, siguiéndole a Jesús. Y vamos a aprender por qué tenemos que buscar sólo a Jesús.
También podemos ver que Jesús conocía a Natanael hasta por dentro de su corazón, y antes que lo viera por primera vez. Entonces, ¿desde cuándo nos conoce a nosotros Jesús? Y ¿qué significado tiene para nosotros el hecho que Jesús nos conoce desde antes de la fundación del mundo?
Oro que a través de esta palabra renovemos el interés y propósito de nuestro corazón, y le sigamos a Jesús con la convicción de su llamamiento irrevocable. Amén.

I. ¿Qué buscáis? (35-42)

La semana pasada aprendimos que Juan el Bautista dio testimonio de Jesús, diciendo que él era el Cordero de Dios que quitaba el pecado del mundo, y el que se arrepintiera y se bautizara en su nombre recibiría el perdón de pecados, y Jesús le bautizaría con el Espíritu Santo. Ahora, si vemos los versículos 35 y 36, el siguiente día estaba Juan con dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, les dijo a sus discípulos: “He aquí el Cordero de Dios.” ¿Qué les querría decir Juan con esta palabra? Él les estaba presentando a sus discípulos a Jesús para que le siguieran. Él les estaba diciendo: “He aquí el Cordero de Dios. Síganle. Ya andando.” Y si vemos el versículo 37, le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.
Aquí podemos aprender la humildad que debemos tener como pastores de las ovejas. Juan podía decir a sus discípulos: “Ustedes son mis discípulos. Quédense conmigo hasta que muera yo.” Pero él no quiso tener a sus discípulos amarrados a sí mismo. Más bien les ayudó a mirar a Jesús y seguirle. Algunos pastores piensan que sus ovejas son ‘suyas’. Y si otros pastores reprenden a sus ovejas o les enseñan, se enojan. También dicen: “Esta universidad es mía, y esta ciudad es también mía. Aquí no prediquen la palabra.” Ellos son soberbios, y buscan su propia gloria.
Pero, las ovejas a quienes apacentamos no son de nosotros, sino de Dios. La BUAP y la ciudad de Puebla no son de nosotros. Más bien el Señor nos llamó a nosotros a servir a sus ovejas aquí. Siendo pastores de las ovejas, debemos ser humildes como Juan el Bautista. Tenemos que ayudarles a las ovejas a mirar a Jesús y seguirle. Y si otros pastores les ayudan a seguir a Jesús, lejos de enojarnos, debemos alegrarnos y agradecerles. Oro que seamos humildes como Juan, y a través de nosotros las ovejas conozcan a Jesús y le sigan para obtener la vida y la luz en él. Amén.

Ahora, vamos a ver el versículo 38. Volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: “¿Qué buscáis?” Y ellos le dijeron: “Maestro, ¿dónde moras?” Esta pregunta de los discípulos no significaba que ellos querían conocer la casa donde vivía Jesús. Ellos querían estar con Jesús, y aprender de él, y conocerlo.

Y ¿qué busca la gente, siguiéndole a Jesús? Muchos buscan solución de problemas y una vida más tranquila. Ellos buscan resolver problemas personales, o problemas familiares en Jesús. También quieren comportarse bien ante Dios, y tener una conciencia más tranquila. Algunos buscan sacar la carrera atorada. Y los que padecen de enfermedades buscan sanidad. Por otro lado, ya que nuestra iglesia es de los jóvenes, algunos vienen buscando su pareja. Y los que tienen negocio pueden seguirle a Jesús, buscando clientes en la iglesia. Los políticos pueden buscar votos. Y ¿los pastores? Pueden buscar tener a muchos discípulos, propia satisfacción y reconocimiento de la gente. Y, siendo nosotros pastores y misioneros auto sustentados, podemos buscar trabajo y dinero. También, viviendo en estos tiempos peligrosos, podemos buscar seguridad.
Y, cuando obtienen lo que buscaban, algunos se van, dejando de seguir a Jesús. Un joven quiso estudiar la Biblia, porque su vida era como una bola de hilo todo enredado, y él no sabía qué hacer con su vida. Pero, estudiando la Biblia, se le solucionaron sus problemas, y su vida se puso en orden. Entonces, él dijo: “Ya estoy completo”, y dejó de estudiar la Biblia. Y una joven vino a la iglesia, porque tenía miedo de hablar delante de la gente, y tenía sobrepeso. Ella recibió entrenamiento, y pudo superar esos problemas. Entonces dejó una cartita, y se fue. También algunos siguen a Jesús, buscando su pareja ideal, y al ver que no podría conseguirla, dejan de seguir a Jesús, sin decir ni siquiera adiós.

Pero, los dos discípulos que salen en esta palabra buscaban a Jesús mismo. Y ¿por qué debemos buscar a Jesús? En los últimos dos estudios hemos aprendido que Jesús es Dios eterno, y el Creador de todas las cosas. En Jesús hay la vida y la luz de los hombres. Jesús nos da la potestad de ser hechos hijos de Dios. A través de Jesús recibimos la gracia y la verdad de la salvación. Y Jesús el Cordero de Dios nos da el perdón de pecados y el don del Espíritu Santo. En Jesús hay todas las cosas que desea el ser humano. Por lo tanto, si tenemos a Jesús, tenemos todo, y si no tenemos a Jesús, aunque tuviéramos todas las cosas del mundo, no tenemos nada. Además, Jesús mismo es el tesoro mucho más valioso y apreciable que todas las cosas. Por esta razón debemos buscar a Jesús mismo.
Si vemos Lucas 17:11-19, diez hombres leprosos vinieron a Jesús, buscando sanidad. Jesús les dijo que fueran y se mostraran a los sacerdotes. Y mientras iban, fueron limpiados. Entonces, ¿qué hicieron ellos? Los nueve hombres se alegraron, y se olvidaron de Jesús, y se fueron. Pero uno volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Entonces Jesús le dijo: “Levántate, vete; tu fe te ha salvado.” Él había venido a Jesús, buscando sanidad. Pero a través de su sanación él conoció a Jesús, y buscó a Jesús. Y Jesús le dio la salvación y la vida eterna.
Mali había vivido en sufrimiento. Y por la invitación de Moisés empezó a estudiar la Biblia. Ahora dice que se siente mejor. En la escuela también le va bien. Pero, a través de la palabra de Dios ella entendió que sin Jesús esta tranquilidad no es nada. Ahora ella está mirando a Jesús. Le agradezco a Dios porque él le abrió sus ojos espirituales, y le ayudó a buscar a Jesús mismo. Pero, aquellos, que buscan otras cosas, y al conseguirlas, dejan de seguir a Jesús, son tan necios que se aferran a las basuras, y abandonan el tesoro más valioso.
Ahora, ¿qué buscamos nosotros? Necesitamos hacernos esta pregunta no sólo cuando empezamos a seguir a Jesús, sino cada momento de nuestra vida. Nuestro interés y propósito debe ser Jesús mismo, y no otras cosas. Oro para que cada momento revisemos nuestro interior, y busquemos a Jesús, y en él obtengamos todas las bendiciones de Dios. Amén.

Y miren los versículos 39-41. Jesús les dijo: “Venid y ved.” Y ellos fueron, y se quedaron con Jesús aquel día desde como las cuatro de la tarde. Y ¿qué aconteció? Andrés, quien era uno de los dos, halló a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).” Andrés conoció que Jesús era el Mesías, a quien Dios había prometido enviar en las Escrituras. En tan solo menos de medio día lo conoció. ¿Cómo pudo conocer a Jesús en tan poco tiempo?
Andrés había sido discípulo de Juan el Bautista. Él ya se había arrepentido de sus pecados, y bautizado por Juan. Y estando con Juan, esperaba la manifestación del Cristo. Y cuando Juan le presentó a Jesús el Cordero de Dios, Andrés le siguió. Él buscaba al Mesías de todo su corazón. Y a él se dio a conocer Jesús a sí mismo. Jesús le declararía lo que decían de él en la ley y los profetas. Y al oír las palabras de Jesús, ardería el corazón de Andrés con gran emoción (Lucas 24:27 ,32). Y él conoció que Jesús era el Mesías.
En Jeremías 29:12 y 13 dijo Dios: “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.” Al que le busca de todo su corazón se da a conocer Dios a sí mismo. Oro que busquemos a Jesús mismo de todo nuestro corazón, y lo conozcamos más profundamente, y en él tengamos todas las bendiciones de Dios. Amén.

II. Antes te vi (43-51)

Vamos a ver los versículos 43-45. El siguiente día Jesús fue a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: “Sígueme.” Luego Felipe halló a Natanael, y le dijo: “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret.” Como Andrés, Felipe también buscaba al Mesías, y lo halló, e invitó a Natanael a conocerlo.
Pero, si vemos el versículo 46, Natanael le dijo a Felipe: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Al oír esta palabra de Natanael, Felipe se daría cuenta de que Natanael tenía toda la razón. Porque, si vemos Miqueas 5:2, el Señor Dios eterno había de salir de Belén de Judea, no de Nazaret de Galilea. Pero, esta duda no pudo apagar la convicción y entusiasmo que tenía Felipe en su corazón. Por eso le dijo Felipe: “Ven y ve.” Y porque él hablaba con tanta emoción, Natanael fue a ver a Jesús.

Y vamos a ver los versículos 47 y 48. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo: “He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.” Entonces le dijo Natanael: “¿De dónde me conoces?” Él le querría decir: “¿Me has visto? Yo nunca te he visto.” Era la primera vez que se encontraban Jesús y Natanael. Pero Jesús ya lo conocía, y hasta por dentro de su corazón. Por eso quedó sorprendido Natanel. Y si vemos el versículo 48b, Jesús le dijo: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.” Es decir, Natanael se encontraba en un lugar debajo de una higuera, quizá medita
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