Juan 3_16_36 De tal manera
Update: 2018-02-11
Description
Juan 2018 (5)
Palabra/ Juan 3:16-36
V.C./ Juan 3:16
De tal manera
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
La palabra que vamos a escuchar ahora es la más famosa e importante de toda la Biblia. A través de esta palabra podemos aprender ‘cómo es el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo’. También vamos a aprender ‘qué es lo que debemos hacer, si Dios nos ha amado de tal manera’. Y a través del gozo de Juan el Bautista podemos entender que Dios ha compartido su gozo celestial con nosotros en su obra de salvación.
Oro que en este tiempo conozcamos el amor de Dios más profundamente, y amemos a Dios con todo nuestro corazón, y renovemos nuestra fe en Jesucristo y su gracia de salvación. Y oro que a las ovejas les testifiquemos del amor de Dios, y les ayudemos a creer en Jesús para que tengan vida eterna, y nosotros tengamos gozo celestial como amigos de nuestro Señor Jesús. Amén.
I. De tal manera (16-21, 31-36)
Vamos a ver el versículo 16a. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito.” ¿De qué manera amó Dios al mundo? Dios amó al mundo, y ha dado a su Hijo unigénito Jesucristo.
Y ¿qué significa que Dios ha dado a su Hijo unigénito? En Juan 1:29 aprendimos que Dios ha dado a su Hijo Jesús como ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Antes entre Dios y nosotros había el pecado, el velo de separación. Por eso no había paz entre él y nosotros. Pero Dios ha dado a su Hijo para quitar el pecado de entre él y nosotros, y reconciliarnos consigo mismo. Y en Isaías 53:6 dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” En su Hijo Jesús cargó Dios todos nuestros pecados. Y sacrificó Dios a su Hijo por nuestros pecados en lugar de nosotros.
Pero, ¿cómo fue sacrificado Jesús? En el versículo 14 de este capítulo dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.” Aquí ‘ser levantado’ significa ‘ser crucificado’. Jesús cargó el pecado de todos nosotros, y fue crucificado, como si fuera el peor pecador del mundo. Él sufrió esa deshonra, pena y vergüenza. Y el propósito de crucifixión no era matar al castigado, sino hacerlo sufrir. Jesús sufrió ese dolor y agonía clavado en la cruz. Sobre todo, Jesús fue desamparado por Dios (Mateo 27:46 ). En Juan 10:30 dice Jesús: “Yo y el Padre uno somos.” Pero en la cruz Jesús fue separado de Dios y abandonado por nuestros pecados. Ese dolor sería mayor que el dolor físico. Por eso, si vemos Mateo 26:37 y 38, la noche anterior de su crucifixión en Getsemaní se encontraba Jesús triste y angustiado en gran manera, hasta la muerte.
Y ¿para qué ha dado Dios a su Hijo unigénito? Miren el versículo 16b. “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Aquí primero podemos ver cómo se encuentra el hombre en el mundo. El hombre pecador está ‘perdido’. ¿Cómo es el hombre perdido? El hombre pecador perdido vive sin guía, sin dirección y sin protección de Dios. Y no sabe qué le conviene, y qué no. Por eso hace cosas que no convienen. Y cae en esclavitud bajo el poder del pecado, y se llena de toda maldad e inmundicia (Romanos 1:29-32). También desperdicia su vida en pecados y en las cosas vanas del mundo. El hombre perdido no sabe cómo encontrar paz en su interior, ni verdadera satisfacción y felicidad. Aunque obtuviera dinero, amor humano, conocimientos, poder y fama en el mundo, sigue con ese miedo y sentimiento de vacío en su corazón. Y más que nada, después de la muerte se pierde eternamente en el infierno.
Pero, Dios no quiere que el hombre se pierda así, sino tenga vida eterna. Dios quiere que el hombre pecador se reconcilie con Dios, y tenga paz para con él. Quiere que el hombre tenga verdadera satisfacción y felicidad en Dios. Quiere Dios que el hombre viva bajo la protección y guía de Dios, quien es su Padre y buen pastor. Y desea Dios que el hombre viva en el reino de Dios a su lado eternamente, cuando se acabe este mundo.
Además, si vemos el versículo 16b de nuevo, dice: “para que ‘todo aquel que en él cree’ no se pierda, mas tenga vida eterna.” Dios quiere darle al hombre vida eterna ‘sólo por fe’. Dios quiere regalarle vida eterna ‘sólo por su amor y misericordia’, sin ningún precio que tenga que pagar el hombre.
Por eso Dios ha dado a su Hijo unigénito como el Cordero de Dios, y cargó en él el pecado de todos nosotros, y lo sacrificó en la cruz. Dios consumó la salvación por medio de su Hijo Jesucristo (Juan 19:30 ). Y al hombre le pide solamente creer en Jesús para que tenga vida eterna.
Y vamos a ver el versículo 17. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Dios podía enviar a su Hijo al mundo ‘para condenarlo’. Y la verdad el hombre pecador merecía condenación y muerte. Nosotros mismos antes no reconocíamos la gracia de Dios, ni le dábamos gracias (Romanos 1:21 ). Los hombres ateos y necios envían naves espaciales exploradoras, desperdiciando mucho dinero, para encontrar algún planeta habitable para el ser humano. Pero la palabra de Dios dice con claridad que creó Dios ‘los cielos y la tierra’. Todas las estrellas fueron creadas para nosotros, y esta tierra es el único planeta que tiene condiciones para que vivamos nosotros. Y no le dábamos gracias a Dios por habernos dado esta tierra. Tampoco le agradecíamos por darnos la vida física, capacidades y talentos, la oportunidad de estudiar carrera universitaria, padres y hermanos, y todo lo que tenemos. Y desechábamos la palabra de Dios. Despreciábamos a Dios, quien es nuestro Creador y Padre. Imagínense, si nuestros hijos nos dijeran: “Tú no eres nuestro padre.” Nosotros les diríamos: “Entonces, ¿de dónde creen que salieron?”, y ellos nos dijeran: “Salimos de la Nada de pura casualidad.” En Isaías 1:2 y 3 dice Dios: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.” Nosotros así hacíamos con Dios. Y sin tener en cuenta a Dios, vivíamos llenos de toda maldad e inmundicia. Realmente Dios podía enviar a su Hijo para condenar y destruir a nosotros. Lo merecíamos.
Pero, Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. ¿Cómo el hombre pecador que merece condenación y muerte puede ser salvo? Porque el Hijo de Dios Jesucristo fue condenado y muerto crucificado por el pecado de todos nosotros. Y todo aquel que en él cree recibe perdón de pecados y vida eterna. Esto es la salvación que ha dado Dios al hombre pecador por medio de su Hijo Jesucristo. De esta manera amó Dios al mundo.
En lo anterior podemos ver ‘cómo es el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo’. El amor de Dios es ‘paciente’. En 2 Pedro 3:9 dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Dios no condenó al hombre pecador. Dios no nos condenó a nosotros que vivíamos perdidos en el mundo. Aún no condena Dios al mundo, esperando que los pecadores se arrepientan, crean en Jesucristo y sean salvos. El amor de Dios es tan paciente.
Y el amor de Dios es ‘sacrificante’. ¿Qué sacrificó Dios, y para quién lo sacrificó? Dios ha dado a su Hijo unigénito, lo más amado y apreciado de Dios. Además, lo sacrificó no por los justos, ni por los buenos, sino por nosotros pecadores impíos sus enemigos. Dios sacrificó lo más precioso por los pecadores más viles. En este sacrificio se manifestó el amor de Dios para con nosotros. Por eso en Romanos 5:8 dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Y el amor de Dios es ‘comprensivo’. Dios ha dado a su Hijo, y por medio de él consumó la salvación. Y a nosotros nos pide sólo creer en su Hijo Jesucristo. ¿Por qué hizo así Dios? Porque Dios sabe que nosotros no podemos salvarnos a nosotros mismos por nuestro propio esfuerzo. En Romanos 8:3 y 4 dice: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Dios conoce nuestra debilidad, y él hizo todo para nuestra salvación, y sólo por creer en su Hijo Jesucristo nos da vida eterna. ¡Qué maravilloso y bueno es el amor de Dios! Le damos gracias a Dios y le alabamos por su amor manifestado en su Hijo Jesucristo.
Y al oír el amor de Dios, la reacción del hombre puede ser una de dos: ‘creer o no creer’. Entonces, ¿por qué reaccionan de esa manera respectivamente, y qué es su consecuencia?
Miren el versículo 18. “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” Acerca del que cree en Jesucristo dice también en el versículo 21: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” El que ama la verdad y quiere vivir conforme a la verdad viene a la luz, y cree en Jesucristo. Aunque anduviera en las tinieblas esclavizado por el pecado, anhela la salvación y clama a Dios. Por eso, al oír el amor de Dios manifestado en su Hijo, viene a la luz de Jesús, se arrepiente de sus pecados y cree en él. Y no es condenado.
Pero, el que no cree ya ha sido condenado. Nosotros predicamos el evangelio de Jesucristo a los universitarios. Y muchos dicen: “No me interesa.” Algunos dicen: “Lo voy a considerar.” Pero o
Palabra/ Juan 3:16-36
V.C./ Juan 3:16
De tal manera
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.”
La palabra que vamos a escuchar ahora es la más famosa e importante de toda la Biblia. A través de esta palabra podemos aprender ‘cómo es el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo’. También vamos a aprender ‘qué es lo que debemos hacer, si Dios nos ha amado de tal manera’. Y a través del gozo de Juan el Bautista podemos entender que Dios ha compartido su gozo celestial con nosotros en su obra de salvación.
Oro que en este tiempo conozcamos el amor de Dios más profundamente, y amemos a Dios con todo nuestro corazón, y renovemos nuestra fe en Jesucristo y su gracia de salvación. Y oro que a las ovejas les testifiquemos del amor de Dios, y les ayudemos a creer en Jesús para que tengan vida eterna, y nosotros tengamos gozo celestial como amigos de nuestro Señor Jesús. Amén.
I. De tal manera (16-21, 31-36)
Vamos a ver el versículo 16a. “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito.” ¿De qué manera amó Dios al mundo? Dios amó al mundo, y ha dado a su Hijo unigénito Jesucristo.
Y ¿qué significa que Dios ha dado a su Hijo unigénito? En Juan 1:29 aprendimos que Dios ha dado a su Hijo Jesús como ‘el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo’. Antes entre Dios y nosotros había el pecado, el velo de separación. Por eso no había paz entre él y nosotros. Pero Dios ha dado a su Hijo para quitar el pecado de entre él y nosotros, y reconciliarnos consigo mismo. Y en Isaías 53:6 dice: “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.” En su Hijo Jesús cargó Dios todos nuestros pecados. Y sacrificó Dios a su Hijo por nuestros pecados en lugar de nosotros.
Pero, ¿cómo fue sacrificado Jesús? En el versículo 14 de este capítulo dice: “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado.” Aquí ‘ser levantado’ significa ‘ser crucificado’. Jesús cargó el pecado de todos nosotros, y fue crucificado, como si fuera el peor pecador del mundo. Él sufrió esa deshonra, pena y vergüenza. Y el propósito de crucifixión no era matar al castigado, sino hacerlo sufrir. Jesús sufrió ese dolor y agonía clavado en la cruz. Sobre todo, Jesús fue desamparado por Dios (Mateo 27:46 ). En Juan 10:30 dice Jesús: “Yo y el Padre uno somos.” Pero en la cruz Jesús fue separado de Dios y abandonado por nuestros pecados. Ese dolor sería mayor que el dolor físico. Por eso, si vemos Mateo 26:37 y 38, la noche anterior de su crucifixión en Getsemaní se encontraba Jesús triste y angustiado en gran manera, hasta la muerte.
Y ¿para qué ha dado Dios a su Hijo unigénito? Miren el versículo 16b. “para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Aquí primero podemos ver cómo se encuentra el hombre en el mundo. El hombre pecador está ‘perdido’. ¿Cómo es el hombre perdido? El hombre pecador perdido vive sin guía, sin dirección y sin protección de Dios. Y no sabe qué le conviene, y qué no. Por eso hace cosas que no convienen. Y cae en esclavitud bajo el poder del pecado, y se llena de toda maldad e inmundicia (Romanos 1:29-32). También desperdicia su vida en pecados y en las cosas vanas del mundo. El hombre perdido no sabe cómo encontrar paz en su interior, ni verdadera satisfacción y felicidad. Aunque obtuviera dinero, amor humano, conocimientos, poder y fama en el mundo, sigue con ese miedo y sentimiento de vacío en su corazón. Y más que nada, después de la muerte se pierde eternamente en el infierno.
Pero, Dios no quiere que el hombre se pierda así, sino tenga vida eterna. Dios quiere que el hombre pecador se reconcilie con Dios, y tenga paz para con él. Quiere que el hombre tenga verdadera satisfacción y felicidad en Dios. Quiere Dios que el hombre viva bajo la protección y guía de Dios, quien es su Padre y buen pastor. Y desea Dios que el hombre viva en el reino de Dios a su lado eternamente, cuando se acabe este mundo.
Además, si vemos el versículo 16b de nuevo, dice: “para que ‘todo aquel que en él cree’ no se pierda, mas tenga vida eterna.” Dios quiere darle al hombre vida eterna ‘sólo por fe’. Dios quiere regalarle vida eterna ‘sólo por su amor y misericordia’, sin ningún precio que tenga que pagar el hombre.
Por eso Dios ha dado a su Hijo unigénito como el Cordero de Dios, y cargó en él el pecado de todos nosotros, y lo sacrificó en la cruz. Dios consumó la salvación por medio de su Hijo Jesucristo (Juan 19:30 ). Y al hombre le pide solamente creer en Jesús para que tenga vida eterna.
Y vamos a ver el versículo 17. “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Dios podía enviar a su Hijo al mundo ‘para condenarlo’. Y la verdad el hombre pecador merecía condenación y muerte. Nosotros mismos antes no reconocíamos la gracia de Dios, ni le dábamos gracias (Romanos 1:21 ). Los hombres ateos y necios envían naves espaciales exploradoras, desperdiciando mucho dinero, para encontrar algún planeta habitable para el ser humano. Pero la palabra de Dios dice con claridad que creó Dios ‘los cielos y la tierra’. Todas las estrellas fueron creadas para nosotros, y esta tierra es el único planeta que tiene condiciones para que vivamos nosotros. Y no le dábamos gracias a Dios por habernos dado esta tierra. Tampoco le agradecíamos por darnos la vida física, capacidades y talentos, la oportunidad de estudiar carrera universitaria, padres y hermanos, y todo lo que tenemos. Y desechábamos la palabra de Dios. Despreciábamos a Dios, quien es nuestro Creador y Padre. Imagínense, si nuestros hijos nos dijeran: “Tú no eres nuestro padre.” Nosotros les diríamos: “Entonces, ¿de dónde creen que salieron?”, y ellos nos dijeran: “Salimos de la Nada de pura casualidad.” En Isaías 1:2 y 3 dice Dios: “Oíd, cielos, y escucha tú, tierra; porque habla Jehová: Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí. El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento.” Nosotros así hacíamos con Dios. Y sin tener en cuenta a Dios, vivíamos llenos de toda maldad e inmundicia. Realmente Dios podía enviar a su Hijo para condenar y destruir a nosotros. Lo merecíamos.
Pero, Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. ¿Cómo el hombre pecador que merece condenación y muerte puede ser salvo? Porque el Hijo de Dios Jesucristo fue condenado y muerto crucificado por el pecado de todos nosotros. Y todo aquel que en él cree recibe perdón de pecados y vida eterna. Esto es la salvación que ha dado Dios al hombre pecador por medio de su Hijo Jesucristo. De esta manera amó Dios al mundo.
En lo anterior podemos ver ‘cómo es el amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo’. El amor de Dios es ‘paciente’. En 2 Pedro 3:9 dice: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.” Dios no condenó al hombre pecador. Dios no nos condenó a nosotros que vivíamos perdidos en el mundo. Aún no condena Dios al mundo, esperando que los pecadores se arrepientan, crean en Jesucristo y sean salvos. El amor de Dios es tan paciente.
Y el amor de Dios es ‘sacrificante’. ¿Qué sacrificó Dios, y para quién lo sacrificó? Dios ha dado a su Hijo unigénito, lo más amado y apreciado de Dios. Además, lo sacrificó no por los justos, ni por los buenos, sino por nosotros pecadores impíos sus enemigos. Dios sacrificó lo más precioso por los pecadores más viles. En este sacrificio se manifestó el amor de Dios para con nosotros. Por eso en Romanos 5:8 dice: “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”
Y el amor de Dios es ‘comprensivo’. Dios ha dado a su Hijo, y por medio de él consumó la salvación. Y a nosotros nos pide sólo creer en su Hijo Jesucristo. ¿Por qué hizo así Dios? Porque Dios sabe que nosotros no podemos salvarnos a nosotros mismos por nuestro propio esfuerzo. En Romanos 8:3 y 4 dice: “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Dios conoce nuestra debilidad, y él hizo todo para nuestra salvación, y sólo por creer en su Hijo Jesucristo nos da vida eterna. ¡Qué maravilloso y bueno es el amor de Dios! Le damos gracias a Dios y le alabamos por su amor manifestado en su Hijo Jesucristo.
Y al oír el amor de Dios, la reacción del hombre puede ser una de dos: ‘creer o no creer’. Entonces, ¿por qué reaccionan de esa manera respectivamente, y qué es su consecuencia?
Miren el versículo 18. “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” Acerca del que cree en Jesucristo dice también en el versículo 21: “Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” El que ama la verdad y quiere vivir conforme a la verdad viene a la luz, y cree en Jesucristo. Aunque anduviera en las tinieblas esclavizado por el pecado, anhela la salvación y clama a Dios. Por eso, al oír el amor de Dios manifestado en su Hijo, viene a la luz de Jesús, se arrepiente de sus pecados y cree en él. Y no es condenado.
Pero, el que no cree ya ha sido condenado. Nosotros predicamos el evangelio de Jesucristo a los universitarios. Y muchos dicen: “No me interesa.” Algunos dicen: “Lo voy a considerar.” Pero o
Comments
In Channel